lunes, 11 de mayo de 2009

Alberto Blanco



La golondrina



El enorme alivio que sentimos
al contemplar los montes a lo lejos,
al ver el vuelo de una golondrina
o al escuchar la conversación
del viento con los fresnos,
es el de estar –por un instante-
en contacto real, hermanados
con una infinidad de seres
que no son otra cosa que lo que son
y que no desean –en lo absoluto-
ser de ninguna otra manera.


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